era paz vega en lucía y el sexo y corría por una isla llena de agujeros como los del seixo branco o como los de formentera, agujeros de esos que tienen los cuentos por los que caes y caes y vas a dar a la mitad otra vez.
pero mi cuento no estaba lleno de ventajas y yo caía tres años atrás en el tiempo, tres o cuatro, en un agujero infinito que debajo del agua tenía algo parecido a las fotos de cinque terre en las que nunca he estado, precioso precioso y lleno de color. pero cuando te quitabas las gafas todo se llenaba de enormes gusanos peludos subacuáticos y lo único que podías hacer era huir.
mi isla se parecía a sicilia, pero es que sicilia nunca puede ser ese infierno.
corríamos por pasadizos subterráneos y los malos nos cogían. había sexo obligado, un pene espantosamente largo y leproso que perdía cachos de carne en mi boca y al agitarse frente a mí. era un de un general, vestido de blanco como si ya hubiera estallado la guerra nuclear. era general y estaba vestido de blanco pero yo le pegué un tiro en la boca y escapé.
sí que se parecía a sicilia, pero de verdad que sicilia no puede ser, nunca, ese infierno.
pero yo escapé, escapamos, y berta me decía que tenía el coche en el muelle del puerto, que lo cogiera, y yo seguía a humprey bogart, que se llamaba ricky, ricky blaine (pero de lo del apellido me he dado cuenta ahora) y era tan jodidamente casablanca que nadie más en el sueño estaba pintado en blanco y negro... y yo le llamaba y me decía no pasa nada, no pasa nada, no te preocupes, todo está en san marcos, en san marcos lo arreglamos todo muñeca. y yo lloraba, porque no entiendo por qué todas las plazas del sueño son plazas italianas.
y venía olivia, olivia de tres años atrás en el tiempo que lloraba también y que me decía que se acordaba de todo, que cómo no iba a acordarse de todo, que incluso sabía que iba a estar lloviendo esta noche, que era la noche que nos fuimos de ons a pontevedra a salir, no te acuerdas sarita? y que martín y david estaban en el ferry llegando bueu, y que me esperaban, pero que tenía que irme, que parís seguía estando allí. parís y una verja grande y metálica como la del cementerio con el que soñaba cuando era pequeña, llena de gárgolas y grifos forjados en negro.
ricky blaine, estamos en génova, este puerto parece el de génova no en 2005, sino en los años 40, pero siempre nos quedará parís. en blanco y negro. y yo nunca he estado en génova, pero sé que mi puerto era el puerto de génova, ni bari ni ancona ni napoli. genova. eh, lo sono. non sono mai andata. non so cosa significa. ma era genova. lo so. sé que era el puerto de génova igual que sé que la isla era sicilia, a pesar de que en sicilia no haya agujeros así y a pesar de que sicilia no pueda ser, nunca, ese infierno, ese infierno del que escapas llorando y con la boca llena de pedazos de genitales destrozados y la ropa hecha jirones y con el alma cansada como si la esperanza última de la tierra se hubiera quedado estancada en alguno de esos malditos agujeros por los que caes de repente sin darte cuenta.
no. sicilia no puede ser ese infierno.
me subí en mi mercedes descapotable, gris metalizado, automático y arranqué. alfonso molina. cien. doscientos (pequeña, vamos a doscientos). la policia me persigue. soy consciente de que soy sara, de que no tengo carnet de conducir. paro. me escondo. me pellizco. tengo que estar soñando.
me despierto. he dormido tres horas y me duele el estómago. no entiendo nada de mi sueño. nada. pero no me gusta. nada.