a tres o cuatro días de volver a san pedro, me doy cuenta que inevitablemente, y de la misma manera que a mi me sirvieron los zapatitos de cristal que tenías guardados en el cajón que se abre al tecer día, eras tú el que iba a darme a mí las llaves del reino de los cielos.
edifica sobre esta piedra y háganse en mí según tu palabra